jueves, 29 de octubre de 2015

Conclusiones


  • SOBRE GÉNERO
La única diferencia con que nacemos hombre y mujeres es nuestro sexo.Nuestras características físicas corresponden a lo que heredamos de nuestros padres. Todas las demás diferencias son sociales y culturales, llegando a convertirse en "verdades absolutas" enfrentando a hombres y mujeres como si fueran diferencias "naturales". Estas diferencias sociales y culturales se han abordado en los programas y proyectos como GÉNERO.
De las diferencias de género se establecen también roles para hombres y mujeres de manera diferentes y contrapuestas. Es a través de la vida familiar, la escuela, la comunidad y los grupos en los que participemos que se aprenden las diferencias de género. No es suficiente flexibilizar algunos roles se trata de practicar la tolerancia y aceptar la diversidad que todos tenemos como personar independientes de sí se es hombre o mujer.
La felicidad es algo a lo que tanto hombres y mujeres aspiramos no debe estar condicionada por nuestro sexo. El género es lo que la mayoría de la gente piensa que es (o que debe ser) un hombre y una mujer. El género construye identidades sociales que atribuyen características diferentes a cada sexo. En esta construcción de identidades intervienen las diferentes instituciones sociales: La familia, la escuela . la Iglesia, los Medios de Comunicación y la culturan en general.

  • SOBRE VIOLENCIA DE GÉNERO
En definitiva, nuestra intención a lo largo de este trabajo de investigación ha sido demostrar como en los últimos años un proceso de denuncia, discusión y toma de conciencia social sobre la violencia de género, incluyendo sus causas, claramente vinculadas a la estructurade pider patriarcal y a la cultura misógina que defiende, y sus consecuencias en la vida, la salud y las legítimas expectativas de millones de personas en todo el mundo cuyas vidas se ven amenazadas por el simple hecho de haber nacido mujer.

El acuerdo adoptado en la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer Beijing (1995) en el sentido de que es necesario dar reconocimiento institucional pero también público al hecho de que los derechos de las mujeres son derechos humanos, pone finalmente y de forma clara las cosas en su lugar. El grave atentado contra los derechos fundamentales que implica el recurso a la violencia de género, sea física psíquica, como expresión de poder, es injustificable en cualquiera de sus posibles manifestaciones. Tampoco es tolerable el manido recurso a la tradición como forma de justificación de determinadas prácticas que atentan claramente contra la vida o la dignidad de las mujeres, se produzcan donde se produzcan.
El respeto a la diversidad cultural no debe servir de excusa para el amntenimiento de situaciones de grave desigualdad entre seres humanos. Creemos, por tanto, que el amplio debate social que implica un proceso de revisión y crítica en profundidad de muchas de nuestras concepciones sobre el significado de ser hombre o mujer, las normas sociales y de convivencia en las que nos basamos, nuestras expectativas, nuestras aspiraciones, en definitiva el diseño de a¿la sociedad futura que deseamos debe proseguir y ampliarse más. Deberíamos ser capaces de generar como alternativa una cultura de la igualdad, la paz y el respeto a la vida en todas su manifestaciones. Para ellos se requerirá el compromiso de todas y todos, tanto individual como colectivamente, de los organismos públicos, de las ONGs, y, sin duda, también del mundo universitario. En este sentido son cada vez más numerosos las líneas de investigación sobre género y más activos los grupos de investigadores/as que los llevan a cabo, desarrollando propuestas novedosas como alternativas de solución a al complejidad de la problemática y construcción social del género humano.

Para finalizar, nos parece importante remarcar que, en el caso de la violencia contra las mujeres, su consideración como problema social implica no sólo una visibilización del problema sino también una nueva forma de abordar explicaciones. Así, si desde un análisis como problema individual se entendía esta violencia como consecuencia de alguna situación o circunstancia particular, desde su consideración como un problema social pasa a entenderse que la violencia contra las mujeres tiene su origen útlimo en unas relaciones sociales basadas en la desigualdad, en un contrato social entre hombres y mujeres quee implica la presión de un género ( el femenino) por parte del otro (el masculino). Y, desde esta nueva consideración, son necesarias actuaciones a nivel social que impliquen un nuevo contrato social, con nuevas medidas legislativas, modificaciones en los programas educativos, etc., para afrontar el problema y superar sus consecuencias
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